Tailandia cuenta con una de las legislaciones más duras del mundo y su código penal es de lo más tajante, sobre todo, en lo que a homicidios se refiere. De hecho, el Artículo 288 establece que los culpables de estos delitos podrán tener una pena de prisión de entre 15 y 20 años, cadena perpetua o, incluso, pena de muerte.
Así que a esto es a lo que podría enfrentarse Daniel, el hijo de Rodolfo Sancho, tras confesarse autor de la muerte de Edwin Arrieta Arteaga, un cirujano plástico colombiano de 44 años, con el que pasaba unos días de vacaciones en la turística isla de Koh Pha Ngan.
Es cierto que la pena de muerte tan solo se aplica a los ciudadanos locales o en casos muy extremos. Sin embargo, "como es un delito de asesinato con dos agravantes, homicidio agravantísimo, pues prácticamente tendría como sanción la pena de muerte, no sería la de cadena perpetua", según ha explicado el abogado español Marcos García Montes.
Esto fue exactamente lo que le ocurrió a Artur Segarra, un español que fue condenado por el asesinato del empresario David Bernat en Bangkok en 2016. El hombre fue condenado a pena de muerte pero, finalmente, logró librarse gracias al rey de Tailandia, Maha Vajiralongkorn.
Artur pidió clemencia al monarca del país mediante una carta y lo consiguió. A cambio, se le impuso la cadena perpetua y se le permitió ser trasladado a una cárcel española. Eso sí, primero tendrá que acabar de que cumplir ocho años en una prisión tailandesa. Con todo lo que ello conlleva: nefastas condiciones de higiene y alimentación y escasa seguridad para los presos.